Lo que antes eran postales cálidas de atardeceres caribeños, hoy son corredores de agua que descienden sin descanso desde la Sierra hasta los barrios del norte, centro y sur de la ciudad. Las calles se transforman en ríos improvisados, y los techos de zinc vuelven a crujir con cada gota intensa que anuncia otra noche larga.

De acuerdo con reportes del clima, las condiciones meteorológicas se mantendrán inestables en las próximas horas debido a la interacción entre estos fenómenos atmosféricos, por lo que las autoridades han reiterado el llamado a la precaución, especialmente para embarcaciones menores que acostumbran salir a faenar en aguas abiertas. El riesgo de tormentas eléctricas en el área marítima es elevado.

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En medio de esta alerta, la cotidianidad de Santa Marta cambia de ritmo. Los pescadores amarran sus redes, los niños observan desde las ventanas los destellos en el cielo, y las familias más golpeadas por las recientes emergencias se aferran a la esperanza de que la lluvia no vuelva a cobrar lo que apenas empezaban a recuperar.

La ciudad, acostumbrada a convivir entre la belleza de su geografía y la fuerza indomable de la naturaleza, se enfrenta nuevamente a la vulnerabilidad de un clima impredecible. Por eso, las autoridades insisten en mantenerse informados por canales oficiales y seguir las recomendaciones de los organismos de socorro ante cualquier eventualidad.