17 años de la Operación Jaque, una de las maniobras militares más recordadas en el país, un sargento que participó desde el área de inteligencia compartió detalles desconocidos sobre la planeación, los riesgos y las emociones que marcaron esta misión.
El sargento Hernández, quien permaneció en reserva durante todos estos años, hizo parte del equipo que trabajó silenciosamente desde el inicio de la operación, el 9 de enero de 2008, hasta el exitoso rescate de 15 secuestrados el 2 de julio del mismo año, entre ellos Ingrid Betancourt y tres contratistas estadounidenses que llevaban años en cautiverio.
De acuerdo con Hernández, la estrategia de simular una misión humanitaria no fue aprobada en un principio por los altos mandos militares. “El 22 de junio, cuando se mostraron los avances y las coordenadas precisas, la propuesta volvió a tomar fuerza”, señaló.
La operación incluyó la implementación de más de 15 medidas para reducir los riesgos. Estas contemplaron contramedidas de engaño, apoyo psicológico y acompañamiento técnico para evitar que los secuestrados o los infiltrados fueran descubiertos por las FARC.
Uno de los momentos más delicados, según el sargento, fue mantener la coordinación y la apariencia de una misión humanitaria durante el traslado de los secuestrados. “Había que interpretar bien el papel, sin exagerar ni parecer sospechosos”, explicó.
Preparación a detalle
Para garantizar la credibilidad, los soldados y agentes involucrados fueron entrenados en academias de actuación y recibieron formación sobre comportamiento guerrillero. También se capacitaron en manejo de crisis y técnicas psicológicas para sostener la fachada hasta el final de la operación.
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“El éxito dependía de la sincronización. Cada persona era una pieza clave. Si uno fallaba, todo se venía abajo”, afirmó Hernández.
El sargento también recordó la mezcla de nervios y satisfacción al ver a los secuestrados abordar el helicóptero. “Era una misión de alto riesgo, pero sabíamos que estábamos cumpliendo”.
La importancia de la inteligencia militar
Según explicó, la operación no concluyó con el rescate. La fase final se extendió hasta un mes después, cuando los infiltrados lograron salir de las zonas controladas por la guerrilla sin ser descubiertos. “Ese fue el verdadero cierre. Lo que realmente garantizó el éxito fue la inteligencia”, dijo.
Sobre el encuentro con los liberados, Hernández relató que hubo lágrimas, incredulidad y agradecimientos. “Ellos mantuvieron la esperanza de que algún día serían rescatados. Nosotros fuimos un instrumento para hacerlo posible”.
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Hoy, el sargento continúa con su vida habitual y asegura que la mayor lección de la operación fue la importancia del trabajo en equipo, la disciplina y la fe. “La Operación Jaque demostró que en Colombia se pueden lograr grandes cosas cuando se trabaja con compromiso y en unidad”.
Su mensaje final a los jóvenes soldados es claro: “El país necesita líderes que piensen en el bienestar de todos, no en el brillo individual. Podemos construir una Colombia en paz”.