Site logo

Archivos

*Entre el olivo milenario de la antigua ciudad númida de Tagaste, donde nació San Agustín, y la antigua basílica de Hipona, donde ofició de obispo y murió el santo, el padre agustino Fred Wekesa recuerda los vestigios argelinos de esta figura clave en el pensamiento teológico que marca al nuevo pontífice.

«Soy hijo de San Agustín», declaró el papa León XIV durante su bendición, que escucharon los tres agustinos de esta comunidad en la cuna norteafricana de aquel filósofo cristiano (354-430) y coincidieron: «su primer viaje tiene que ser Argelia».

Los tres frailes residen hoy en lo alto de la colina frente a los restos de la antigua Hipona, en el complejo de una nueva basílica decimonónica que «mezcla el estilo bizantino, con el morisco y el románico», cual diálogo intercultural, sello de la reflexión agustina.

El padre agustino Fred Wekesa en la ciudad natal de San Agustín, la antigua Tagaste, hoy en la wilaya (provincia) argelina de Suq Ahras. A las puertas de la iglesia, frente el Mediterráneo, se toca el violín clásico árabe y se encuentra el sosiego antes de regresar a la populosa y activa Annaba, la actual ciudad argelina.
El padre agustino Fred Wekesa en la ciudad natal de San Agustín, la antigua Tagaste, hoy en la wilaya (provincia) argelina de Suq Ahras. A las puertas de la iglesia, frente el Mediterráneo, se toca el violín clásico árabe y se encuentra el sosiego antes de regresar a la populosa y activa Annaba, la actual ciudad argelina.

A las puertas de la iglesia, que visitan con huroneo los argelinos y desde la que se divisa el Mediterráneo, sube el joven Ayoub cuando se siente «angustiado». Allí toca con el violín clásico árabes y encuentra el sosiego antes de regresar a la populosa y activa Annaba, la actual ciudad argelina que en época romana se conoció como uno de los principales puertos exportadores de trigo.

El templo protege en el interior de una urna de cristal la más preciada reliquia: lo que se considera el cúbito del antebrazo derecho de San Agustín con el que redactó sus obras. Fue en Hipona donde escribió «Confesiones», la «Ciudad de Dios» y la mayoría de sus sermones y cartas, una producción literaria de una iglesia primitiva que conjugaba la filosofía platónica y el cristianismo.

Le puede interesar:  Una responsabilidad que impulsa la transformación cultural

El primer agustino en dirigir la Iglesia Católica

El papa León XIV, con doble nacionalidad estadounidense y peruana, se ha convertido en el primer agustino en dirigir la iglesia católica. Tras estudiar matemáticas, ingresó en el noviciado de la Orden de San Agustín (OSA) en Saint Louis (Estados Unidos) en 1977 y fue misionero en Perú durante más de 40 años. Fundada oficialmente en 1244, la OSA es una de las órdenes más antiguas, marcada por los tiempos en los que San Agustín se convirtió al cristianismo, cuando la interacción entre las culturas romana, bereber, norteafricana y cristiana dominaba el Mediterráneo.

«San Agustín es africano. Cien por cien argelino», resume Fred la conclusión a la que llegó el simposio celebrado en Argel en 2001 con destacados expertos.

El padre Fred Wekesa, junto los otros dos hermanos Dominic Juma Habakkuk y Leviticus Shailong forman toda la comunidad. La vida comunitaria es parte central de esta orden que cree que fe y razón pueden ir de la mano. (Foto EFE)
El padre Fred Wekesa, junto los otros dos hermanos Dominic Juma Habakkuk y Leviticus Shailong forman toda la comunidad. La vida comunitaria es parte central de esta orden que cree que fe y razón pueden ir de la mano. (Foto EFE)

La vida comunitaria es parte central de este orden que cree que la fe y la razón pueden darse cuenta la mano y tiene en el diálogo la culminación de la espiritualidad. Así las comidas y cenas de Fred con los hermanos Dominic Juma Habakkuk y Leviticus Shailong pueden derivar en una tertulia mundana, como corroboró EFE, porque la Iglesia no debe ser ajena a los problemas sociales, valoran.

«No se trata solo de vivir en comunidad como fin, sino comunicarnos. Leviticus es de Nigeria, Dominic de Sudán del Sur y yo de Kenia. Pero podemos convivir a pesar de las diferencias, las lenguas tan distintas que hablamos, podemos vivir juntos por Cristo. Es lo importante», afirma.

Los tres agustinos compaginan sus rezos diarios con el recibimiento de visitantes, actividades educativas o el apoyo emocional, como hace Fred, en su condición de psicólogo. «Cada uno tenemos una profesión, y la ponemos al servicio de la comunidad», explica.

De la fe y la retórica

Un milenario olivo sagrado queda en la ciudad natal de San Agustín, la antigua Tagaste, hoy en la wilaya (provincia) argelina de Suq Ahras, al que los locales se acercan para hacer promesas ante futuros casamientos, cuenta Fred.

Hijo de Patricio, un funcionario romano y pagano, su madre Mónica, devota católica y canonizada, fue determinante en la conversión de San Agustín al cristianismo tras un bagaje educativo, mundano y emocional que lo llevó a Cartago y después a Italia, antes de asentarse en el norte de África como creyente. Su madre murió poco antes de embarcarse.

Tras manifestar su capacidad intelectual en Tagaste, estudió secundaria en Madaura, donde cayó rendido a la retórica que le enseñaban en el foro romano, hoy visitable: «Esta ciudad era conocida por las grandes personalidades y escritores y cuando San Agustín vino aquí también aportó a lo que Apuleyo (reconocido escritor romano del siglo II) había construido» en el conocimiento de esta urbe.

Al terminar, no tenía suficiente dinero para continuar sus estudios en la universidad, por lo que su padre, Patricio, pidió ayuda al rico patrón Ramoniano, que le ayudó a continuar su enseñanza en Cartago, la actual Túnez.

Convertido en un gran orador perturbado por los vaivenes de ser un humano, viajó a Italia, donde hoy está enterrado aunque en realidad murió en el norte de África, donde quiso regresar para constituir las primeras comunidades religiosas del cristianismo occidental.

El templo protege en el interior una urna de cristal la más preciada reliquia: lo que se considera el cúbito del antebrazo derecho de San Agustín de Hipona. (Foto EFE)
El templo protege en el interior una urna de cristal la más preciada reliquia: lo que se considera el cúbito del antebrazo derecho de San Agustín de Hipona. (Foto EFE)

Sin agustinos

La tierra de San Agustín permaneció sin agustinos hasta 1933. Durante la colonización francesa de Argelia, se erigió una nueva basílica en lo alto de la colina frente a las ruinas de Hipona que fue inaugurada en 1914, cuando «no había frailes (…) San Agustín murió y todo se paró, nada ocurrió», asegura.

«Había una necesidad de estar presente», reconoce Fred, rector de la basílica, sobre el regreso a la tierra de San Agustín, pero con el tiempo y la caída de las vocaciones, tuvieron que «llamar a los hermanos del continente africano a venir para ayudar».

Hoy tres agustinos africanos, como San Agustín, custodios del legado de este filósofo de hace más de 1.600 años y con una comunidad mundial de 2.500 padres, entre ellos el papa que ha hecho que «los ojos del mundo estén puestos en los agustinos», considera Dominic.

«Quizá traiga más vocaciones», aspira desde Argelia, donde los visitantes -asegura- ya preguntan: «¿Cuándo viene el Papa?».

Por Laura Fernández Palomo

EFE Reportajes


*Entre el olivo milenario de la antigua ciudad númida de Tagaste, donde nació San Agustín, y la antigua basílica de Hipona, donde ofició de obispo y murió el santo, el padre agustino Fred Wekesa recuerda los vestigios argelinos de esta figura clave en el pensamiento teológico que marca al nuevo pontífice.


Autor: [email protected] (Jorge Cabana)

Fecha de Publicación: sábado, 12 de julio del 2025


Ver noticia completa