El gobierno Petro mantiene el mensaje permanentemente de que hay que bajar las tarifas. Tanto las del servicio domiciliario de gas natural como las de la energía eléctrica. Lo repite a diario. Pero infortunadamente los resultados no resultan acordes con las buenas intenciones del estribillo tarifario gubernamental.
Hay una asincronía entre lo que se anuncia y lo que resulta en la práctica. Olvida el gobierno que la gente no va a aplaudir porque se anuncie que van a bajar las tarifas, sino que lo hará cuando efectivamente bajen.
En esta semana, por ejemplo, se anunció con bombos y platillos la expedición de un decreto por el cual el subsidio que hoy reciben los usuarios de energía de los estratos 1,2 y3 se empieza a cambiar por la instalación en los techos solares de los hogares de quienes están ubicados en los estratos señalados. Agrega jubiloso el ministro de Minas y Energía que estos compatriotas tendrán energía gratis.
Se cambia el subsidio por paneles solares. Anuncio por supuesto bien intencionado. Pero, ¿cuándo y cómo se llevará a la práctica?
Los cálculos que se han hecho con mucho esmero indican que si todo el subsidio -que hoy por lo demás no se está pagando oportunamente y tiene al borde del colapso a las empresas distribuidoras- se destinara a asumir los costos de los equipos familiares de paneles solares y su instalación en los hogares que habitan los usuarios de los estratos 1, 2 y 3, se alcanzaría a cubrir solo el 2% al año de los hogares beneficiados.
Buena idea. Pero tardará 50 años para alcanzar una cobertura que pueda beneficiar al universo de todos los hogares de los consumidores de energía ubicados en los estratos uno, dos y tres.
Desde el punto de vista fiscal, el costo promedio de un sistema solar para un hogar tipo (4-5 personas) ronda los $30 millones. Si se destinaran los aproximadamente $6 billones que actualmente se invierten en subsidios anuales a la compra de paneles, solo podrían beneficiarse cerca de 200.000 hogares. Esto representaría menos del 2% de los aproximadamente trece millones de hogares que actualmente reciben subsidios en energía, dejando el 98% restante desprotegido frente a las tarifas del mercado que son, en promedio del doble del valor facturado (60% del subsidio en estrato 1 y 50% en estrato 2)
Mientras tanto se despierta tremenda expectativa. No hay congruencia entre los tremendos decibeles del anuncio gubernamental y la débil capacidad para llegar a los hogares de todos los compatriotas a los que se les quiere beneficiar con el cambio bien intencionado del subsidio.
Otro tanto sucede con las tarifas del gas domiciliario, que es tema predilecto de los anuncios gubernamentales.
Repiten hasta el cansancio que están a punto de bajar las tarifas, pero como van las cosas, no lo van a lograr en lo que queda de mandato al gobierno Petro. Por el contrario: las cosas tienden a gravarse.
Las cifras son verdaderamente inquietantes:
-Los proyectos de nuevos pozos de gas natural no darán frutos hasta después de 2030. Tal cosa acontece con el pozo Sirius -en más importante- que entre otras linduras requerirá para que la primera molécula llegue del mar adentro donde está ubicado a tierra firme de 116 consultas previas. Un absurdo total.
-Las reservas de gas natural han caído 64% en trece años y hoy solo alcanzan para 6 años.
-Ya se está teniendo que importar gas, no solo para las térmicas sino para las industrias y los hogares en cantidades que alcanzan el 17,6% del consumo total nacional, y a un costo tres veces mayor que el producido domésticamente.
-Un déficit combinado con El Niño podría llevar al racionamiento del gas y la electricidad, toda vez que la demanda está creciendo a un ritmo mucho mayor que la oferta.
-Han salido del país importantes empresas desanimadas por el mal trato y la tributación extorsiva que les viene imponiendo el gobierno.
Mientras tanto, el gobierno, animado con el plausible deseo de evitar que las tarifas sigan subiendo, como indefectiblemente sucederá a medida que se acentúe el déficit en la producción doméstica, se limita a insultar al sector privado, a anunciar inciertas importaciones de Venezuela y lejanas plataformas de Ecopetrol para importar gas del mercado internacional que a la fecha ni siquiera cuentas con el llamado cierre financiero.
Las tarifas del gas seguirán subiendo. El porcentaje importado para atender la oferta nacional continuará creciendo. Y las excusas gubernamentales de por qué no se hicieron a tiempo las inversiones requeridas para producir más gas seguirán oyéndose todos los días.
Infortunadamente los insultos ni el infaltable espejo retrovisor hacen aumentar la oferta del gas. Que es lo que se requiere para que las buenas intenciones de que no sigan subiendo las tarifas, se hagan realidad.