En agosto de 2005, la capital del Magdalena fue escenario de uno de los casos más macabros de su historia reciente: el asesinato de un menor de 15 años en lo que, en su momento, se interpretó como un ritual satánico.
Santa Marta no olvidará jamás la mañana del 29 de agosto de 2005. En un solar baldío fue hallado el cuerpo sin vida de Héctor Henríquez Cabana, un adolescente de 15 años que, según las primeras versiones, habría sido víctima de un ritual de sacrificio satánico dirigido por una presunta secta que operaba en la ciudad.
El hecho estremeció a todo el país no solo por su brutalidad el joven presentaba heridas profundas en el cuello, pecho y brazo, sino por el detalle más escalofriante del caso: su propio hermano, Rafael Henríquez Cabana, de 19 años, confesó haberlo entregado al grupo para cumplir con una “prueba de iniciación”.
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Un crimen envuelto en misterio
De acuerdo con los reportes judiciales de la época, Rafael aseguró ante la Fiscalía que se había vinculado a una secta conocida como la Hermandad Andretti Generación, liderada supuestamente por el ginecólogo Marlon Martínez Hurtado, alias ‘Cristopher Andretti’. Según su testimonio, para ascender dentro de la organización debía “sacrificar a un ser querido”.
El menor habría sido llevado hasta la playa de Los Cocos, cerca de la desembocadura del río Manzanares, donde fue amarrado, apuñalado y desangrado en medio de un ritual en el que participaron al menos 20 personas.
“Cuando vi que lo iban a matar, intenté ayudarlo, pero me agarraron por el cuello. Uno de ellos empezó a apuñalarlo mientras todos miraban”, relató Rafael en una de sus declaraciones.
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El caso fue asumido por la Fiscalía y la Procuraduría, que lo abordaron como un crimen motivado por satanismo. Las autoridades capturaron a Rafael Henríquez, al ginecólogo Martínez Hurtado y a otros dos presuntos miembros de la secta.
En un principio, el Juzgado de Santa Marta condenó a Martínez y a César Rojano Rodríguez a 30 años de prisión, mientras que Rafael quien aceptó su responsabilidad fue sentenciado a 19 años. Sin embargo, tras varias apelaciones, el Tribunal Superior absolvió a los dos primeros y años después la Corte Suprema de Justicia descartó la hipótesis del sacrificio satánico, atribuyendo la muerte a una supuesta “rivalidad familiar”.
Rafael cumplió su condena y recuperó la libertad en 2017. Hoy vive en Santa Marta, trabaja en oficios varios y se mantiene alejado de los medios.
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Dos décadas después
Han pasado 20 años desde aquella noche oscura que marcó a Santa Marta. El expediente judicial cerró, pero el eco de lo sucedido sigue retumbando entre los vecinos del barrio San Martín y en la memoria colectiva de la ciudad.
El caso de los hermanos Henríquez Cabana se convirtió en uno de los episodios más aterradores y polémicos del país: una historia en la que se mezclan la fe, la superstición, la justicia y el dolor irreparable de una familia rota para siempre.