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Hay saboteo en los puentes festivos bloqueando la vía B/quilla-Ciénaga

Hay saboteo en los puentes festivos bloqueando la vía B/quilla-Ciénaga

Los cierres periódicos de la Troncal del Caribe paralizan la economía regional y desatan la indignación del sector turístico en el Magdalena

El sector de la industria del turismo condenó las sistemáticas protestas que se vienen realizando sobre la vía que de Barranquilla conduce a Santa Marta a la altura de Tasajeras, Puebloviejo y Ciénaga, donde la gente sale supuestamente a protertar, pero sin tener en cuenta el enorme daño que le cusan a la economía regional.

´Incluso, se están perdiendo empleos y lo paradójico es que muchos de esos desempleados son oriundos de esas localidades´, expresó un vocero el gremio hotelero.

Ayer otro bloqueo de la Troncal del Caribe generó congestión vehicular y afectó la movilidad en una de las principales vías que conecta al municipio de Ciénaga con Santa Marta y el resto del Magdalena.

Esta vez fue la comunidad del barrio 5 de Febrero que acudieron a las vías de hecho con un bloqueo que afectó la movilidad en .la  Troncal del Caribe. La manifestación surgió como una medida de presión ante la falta de atención a las afectaciones causadas por las fuertes lluvias registradas durante los últimos días, que han dejado a varias familias en condiciones difíciles.

UNA HISTORIA QUE SE REPITE

El reloj marcaba las diez de la mañana cuando el calor se volvía insoportable en la Troncal del Caribe. Decenas de vehículos permanecían inmóviles a la altura de Tasajeras, mientras los viajeros miraban resignados el horizonte. Algunos bajaban de los buses para estirar las piernas, otros buscaban sombra al borde de la carretera. Nadie avanzaba. Otra vez, la historia se repetía: otro bloqueo, otro puente festivo frustrado, otra jornada de pérdidas para el turismo y el comercio del Caribe.

A lo lejos, el humo de neumáticos quemados anunciaba lo que los conductores ya sabían. Un grupo de manifestantes había cerrado el paso, protestando por problemas locales que, sin duda, merecen atención, pero que terminan castigando a toda una región que vive del movimiento, del visitante, del viaje.

“Venimos desde Barranquilla con un grupo de turistas, y ya llevamos tres horas aquí”, decía un conductor de bus intermunicipal, visiblemente desesperado. “Esto es cada puente lo mismo. Ya la gente no quiere venir por miedo a quedar atrapada”.

EL SABOTEO DE LO PUENTES FESTIVOS

El sector turístico del Magdalena habla abiertamente de un “saboteo”. No se trata de un hecho aislado, ni de una coincidencia. Cada vez que se acerca un puente festivo, cuando los hoteles se preparan para recibir visitantes, cuando Santa Marta proyecta ocupación plena y los restaurantes se abastecen para la temporada, aparece un bloqueo en la vía Barranquilla–Ciénaga.

“Es un patrón evidente”, aseguró un vocero de los hoteleros. “Y lo más grave es que nadie hace nada. Las autoridades llegan tarde, no hay prevención ni presencia institucional. Los turistas se quedan varados, cancelan reservas, y los empresarios pierden millones”.

El gremio hotelero, junto con operadores turísticos y representantes del transporte, ha levantado la voz en las últimas semanas para exigir respuestas. “Estamos perdiendo empleos, estamos perdiendo reputación, y lo paradójico es que muchos de los que hoy se quedan sin trabajo por la caída del turismo son oriundos de esas mismas zonas donde se bloquea la carretera”, añadieron.

Los puentes festivos, que deberían ser una oportunidad de recuperación económica después de años difíciles, se están convirtiendo en una pesadilla logística. Los bloqueos, incluso cuando duran pocas horas, dejan una estela de pérdidas: comida dañada, turistas varados, vuelos perdidos y una sensación generalizada de frustración.

DURO GOLPE AL CORAZÓN DEL TURISMO

Santa Marta es una ciudad que respira turismo. Cada habitación ocupada, cada mesa servida, cada pasadía vendido, significa sustento para miles de familias. Por eso, los bloqueos en la vía no solo cortan el tránsito: cortan el pulso económico de toda la región.

Según los gremios, un solo día de cierre en la Troncal del Caribe puede representar pérdidas que superan los 3.000 millones de pesos para el sector turístico y comercial. A ello se suma el efecto invisible: la desconfianza de los visitantes. “El turista que sufre una odisea para llegar, difícilmente vuelve. Y si se corre la voz, perdemos mucho más que un fin de semana: perdemos prestigio, perdemos destino”, explica un empresario del sector.

TRANCONES Y ASALTOS

Las imágenes se repiten: carros detenidos, familias en la carretera, viajeros durmiendo dentro de los buses. En redes sociales circulan videos de largas filas que se extienden por kilómetros, con comentarios de indignación y decepción.

“Nos tocó devolvernos”, cuenta una pareja proveniente de Medellín. “Habíamos planeado este viaje con meses de anticipación y no pudimos llegar. Es triste, porque uno ama Santa Marta, pero así no se puede”.

Pero además a ello hay que agregarle el vandalismo y el comportamiento delincuencial de grupos de individuos que se acercan hasta los vehículos y les exigen dinero a los conductores a cambio de no atacarlos.

VÍA ESTRATÉGICA, UN ESTADO AUSENTE

La Troncal del Caribe no es una carretera cualquiera. Es el eje que conecta a Barranquilla, Ciénaga y Santa Marta, y por ella transitan no solo turistas, sino alimentos, combustibles y mercancías con destino al interior del país. Su bloqueo afecta a todos los sectores productivos del Magdalena y el Atlántico.

Sin embargo, las respuestas institucionales siguen siendo insuficientes. El Estado parece resignado a la rutina del caos: los cierres se levantan tras horas de negociación improvisada, sin sanciones ni soluciones de fondo.

“Parece que las autoridades solo actúan cuando la noticia ya es tendencia en redes”, comenta un dirigente gremial. “No hay presencia preventiva, no hay diálogo sostenido con las comunidades, no hay una estrategia clara. Cada puente festivo, la historia se repite como si fuera la primera vez”.

Los gremios económicos han pedido que el Gobierno Nacional intervenga directamente y que se implemente un plan especial de movilidad y seguridad para los fines de semana festivos. Exigen que se garantice el derecho a la protesta, sí, pero sin afectar la libre circulación ni el trabajo de quienes dependen del turismo.

ENTRE LA PROTESTA Y LA ECONOMÍA

Detrás de los bloqueos hay reclamos que no se pueden ignorar: problemas ambientales en la Ciénaga Grande, falta de empleo, abandono institucional. Pero el punto de quiebre, según los analistas regionales, es que las manifestaciones se están desbordando y se han convertido en una forma de presión que golpea a los más vulnerables.

“Las comunidades tienen razones legítimas para protestar, pero bloquear la vía no puede ser la única forma de ser escuchadas”, opinó un líder social de Ciénaga. “Necesitamos diálogo y presencia del Estado, porque lo que está pasando también nos perjudica a nosotros mismos”.

En efecto, el daño es circular. Los bloqueos que buscan llamar la atención sobre la pobreza o la falta de oportunidades terminan agravando esos mismos problemas. Los turistas dejan de venir, los ingresos disminuyen y la desesperanza crece.

EL CLAMOR DE LOS GREMIOS

Los empresarios de la industria del turismo en el Magdalena coinciden en un mismo clamor: presencia del Estado, planificación y respeto por la movilidad. “No pedimos favores, pedimos orden”, resumió un representante del gremio hotelero.

También han solicitado a la Policía y al Ministerio de Transporte un esquema de reacción rápida, con corredores alternos, acompañamiento vial y protocolos de emergencia que minimicen el impacto de las protestas.

“El Caribe no puede seguir siendo rehén de unos pocos”, señalaron. “Esta vía es nuestra arteria vital, y si la paralizan, nos asfixian. El turismo es empleo, es ingreso, es futuro. No podemos perderlo por inacción”, dijeron.

UNA REGIÓN QUE PIDE RESPETO

La crisis de la Troncal del Caribe es el reflejo de un problema mayor: la fragilidad de la institucionalidad en la región. Santa Marta, Ciénaga y Puebloviejo se debaten entre el potencial del turismo y la sombra del abandono estatal.

Cada bloqueo evidencia la falta de políticas sostenidas para el desarrollo local y la incapacidad de garantizar derechos sin recurrir a la parálisis.

Mientras tanto, los gremios insisten en que no se puede seguir normalizando el caos. “Esto ya no es protesta, es sabotaje. Y lo peor es que ocurre cuando más necesitamos reactivar la economía”, apuntó un empresario samario.

El Caribe colombiano, con su riqueza natural, su vocación turística y su talento humano, no puede resignarse a ser víctima de sus propias contradicciones. La vía Barranquilla–Ciénaga es mucho más que una carretera: es el hilo que conecta los sueños de progreso de toda una región.

Cada puente festivo frustrado es una oportunidad perdida. Detrás de cada bloqueo hay hoteles vacíos, trabajadores sin propina, familias sin ingresos. Y detrás de cada silencio institucional hay una responsabilidad pendiente.

El turismo del Magdalena no pide milagros, pide coherencia: que las autoridades escuchen, que las comunidades dialoguen y que el Estado actúe. Porque sin movilidad no hay turismo, sin turismo no hay empleo, y sin empleo no hay futuro.

Santa Marta y su entorno merecen algo más que resignarse al cierre de una vía. Merecen un camino abierto hacia el desarrollo, la estabilidad y el respeto mutuo.

Las razones de la protesta

Las fuertes precipitaciones ocasionaron inundaciones en múltiples viviendas y calles del sector, donde el nivel del agua alcanzó alturas que afectaron enseres, electrodomésticos y estructuras internas de las casas. Los residentes reportaron que las aguas tardaron varias horas en descender debido a la falta de un sistema de alcantarillado pluvial adecuado, lo que agudizó las pérdidas materiales y los riesgos sanitarios.

Ante esta situación, los habitantes expresaron su inconformidad por lo que consideran una falta de respuesta oportuna de parte de la Administración Municipal y de los organismos de gestión del riesgo. Según los manifestantes, no se han adelantado labores de limpieza ni entrega de ayudas humanitarias, a pesar de las reiteradas solicitudes hechas a las autoridades locales.

Uno de los voceros de la comunidad manifestó que las familias afectadas han tenido que permanecer en viviendas anegadas o improvisar refugios temporales. Señaló que la principal preocupación radica en la exposición a enfermedades y la pérdida de alimentos y pertenencias, mientras esperan la llegada de maquinaria y apoyo institucional.

Los damnificados insistieron en la necesidad de recibir asistencia humanitaria, apoyo en la recuperación de sus hogares y soluciones de fondo para evitar que el problema se repita en futuras temporadas de lluvia. Entre las peticiones se encuentra la construcción de canales de drenaje y la limpieza de los sistemas de desagüe existentes.


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Fecha de Publicación: sábado, 11 de octubre del 2025


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