El pasado sábado 8 de noviembre se celebró en el Templo Jubilar de los Sagrados Corazones de Jesús y de María el Jubileo de los Músicos 2025, un encuentro convocado por la Diócesis de Santa Marta en el marco del Año Jubilar de la Esperanza. Servidores del canto provenientes de diferentes parroquias participaron en una jornada de formación espiritual, oración y renovación ministerial.
La música como respuesta al amor de Dios
Durante la peregrinación inicial, el Pbro. Jorge Garzón recordó que la música litúrgica “no es adorno de lo sagrado, sino respuesta al amor que nos precede”. Invitó a los participantes a transformar cada nota en puente, cada acorde en abrazo y cada silencio en ministerio.
Ensayar es caridad, afinar es humildad
Al inicio de la celebración, Monseñor José Mario Bacci Trespalacios, Obispo de la Diócesis de Santa Marta, subrayó que:
“Ensayar es caridad, afinar es humildad y escuchar es comunión”.
Asimismo, animó a los músicos a cantar primero en el corazón, buscando que la pureza de intención sea la mejor afinación posible.
Un servicio irrenunciable para la comunidad
En su homilía, el Obispo explicó que el canto ocupa un lugar esencial dentro de la liturgia, ya que une voces y corazones en torno al misterio de Cristo y contribuye a la edificación de la comunidad creyente.
Recordó también que la música sacra no es entretenimiento, sino participación plena en el Espíritu de Dios.
La belleza que salva
Retomando una enseñanza de la tradición cristiana, se afirmó que la belleza salva al mundo. Cuando es vivida comunitariamente en clave de servicio, la música se convierte en instrumento de sanación, consuelo y reconciliación.
Testimonios que edifican la fe
Para Victoria Isabel Martínez, servidora de la Parroquia La Santa Cruz:
“Fue un espacio de aprendizaje y de renovación espiritual para servir mejor y transmitir a los fieles el amor que Dios nos regala a través de la música”.
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Una Iglesia que camina cantando la esperanza
El Jubileo concluyó con la invitación a perseverar en la misión: tocar corazones para llevarlos a Cristo, dejando que la gracia convierta cada melodía en oración viva.
Con María y Santa Cecilia, la Diócesis de Santa Marta continúa caminando, cantando la esperanza.