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No es polarización

En Colombia se repite permanentemente la idea de que vivimos una sociedad polarizada. La palabra aparece en titulares, discursos y conversaciones cotidianas. Sin embargo, lo que ocurre no es una real polarización, sino un intento calculado de desestabilización. Grupos con influencia que actúan con fines particulares que buscan instalar la sensación de división irreconciliable, manipular percepciones ciudadanas y dejar sin piso liderazgos de distintas orillas. El resultado es una narrativa artificial que confunde a algunos sectores, pero que no corresponde a la realidad.

Pensar que las posiciones sobre necesidades y valores se han movido de manera radical es un error. Los estudios electorales muestran que, aunque hay cambios en las preferencias, estas tienden a moverse en un péndulo moderado. Los ciudadanos no abandonan sus convicciones de fondo. La mayoría sigue creyendo en la importancia de la seguridad, de la inversión y en la urgencia de mejorar la educación y la salud. No hay, en términos estrictos, una fractura que justifique hablar de dos países irreconciliables. Lo cierto es que existen consensos más amplios.

También en materia de infraestructura, salud o seguridad ciudadana, la mayoría de actores políticos y sociales coinciden en que se requieren soluciones efectivas. Las diferencias están en los énfasis y en los caminos, no en los objetivos finales. La supuesta polarización se diluye cuando se observa que las agendas coinciden en más puntos de lo que se reconoce públicamente.

Un tercer factor tiene que ver con la narrativa mediática y digital. Las redes sociales, han amplificado los discursos más extremos, seleccionando los casos más estrambóticos, como si fueran representativos del todo. Esto alimenta los clics, hace daño sí, pero no refleja la conversación real y cotidiana de los ciudadanos, que es más pragmática y menos viral. Se manipula, fabricando una ilusión de confrontación total que, entre dos extremos, que en el día a día, no tiene la misma fuerza.

Lo que verdaderamente está detrás es una operación orientada a enredar y torcer. No se trata de un choque natural entre visiones opuestas sobre cómo llevar el país hacia adelante. Se trata de ataques estratégicos, campañas de desprestigio y burbujas digitales destinadas a sembrar desconfianza en el centro y las orillas. Pretenden golpear la credibilidad de las instituciones y debilitar liderazgos para que los ciudadanos perciban que no hay referentes válidos.

Esa es la intención. Fragmentar, deslegitimar, amenazar y generar violencia y terror. Como lo vimos la semana pasada enfrente de la sede de la Andi, en manifestaciones intimidatorias, que además dejaron daños físicos en las áreas vecinas y la zozobra de la amenaza.

Si de polarización genuina se tratara, los efectos económicos serían mucho más severos. Pero en Colombia, a pesar de la incertidumbre, el aparato económico resiste. La sociedad sigue funcionando, y el país aún mantiene capacidad de respuesta.

En el fondo, lo que está en juego es el camino que prevalecerá en la mente de los colombianos. Si se acepta, sin cuestionar, el relato de la polarización, se entrega terreno a quienes buscan sembrar caos, no a quienes buscan construir acuerdos.

El discurso de la polarización es insuficiente. Colombia necesita ir más allá de esa etiqueta para hablar con claridad. Lo que enfrentamos no es un pulso entre extremos ideológicos, sino una confrontación entre la legalidad y la ilegalidad, entre la defensa del Estado de derecho y la amenaza del caos y la concentración arbitraria del poder.

La verdadera fractura no está en la diferencia de opiniones, posiciones o puntos en tensión que deben equilibrarse. Está en la pretensión de algunos por desinstitucionalizar, socavar la confianza en las reglas y el orden, y sustituirlas por el desorden, la arbitrariedad y el caos que conculca las libertades. Ante ese riesgo latente, lo que procede es defender la institucionalidad con firmeza, rechazar las maniobras de desestabilización y proponer iniciativas serias que garanticen desarrollo y democracia para todos.

*Exdirectora del ICBF


En Colombia se repite permanentemente la idea de que vivimos una sociedad polarizada. La palabra aparece en titulares, discursos y conversaciones cotidianas. Sin embargo, lo que ocurre no es una real polarización, sino un intento calculado de desestabilización. Grupos con influencia que actúan con fines particulares que buscan instalar la sensación de división irreconciliable, manipular […]


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Fecha de Publicación: lunes, 6 de octubre del 2025


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