El sector amanece entre abandono, residuos festivos y un deterioro ambiental que se agrava a diario.
Cada amanecer en la playa Los Cocos deja al descubierto una situación que ya parece normalizada: personas en condición de calle pernoctan en la zona tras deambular toda la noche entre los edificios residenciales. Sin presencia de atención o acompañamiento visible, el espacio público se convierte en refugio improvisado para quienes no tienen un lugar donde dormir.
Asimismo, a pocos metros, en la esquina de la madrevieja, los restos de celebraciones globos, cintas y adornos permanecen esparcidos. Estos residuos, arrastrados por el viento o la lluvia, terminan en las aguas del río o el mar, convirtiéndose en agentes contaminantes que afectan directamente el ecosistema costero.
La desembocadura del afluente también presenta un aspecto preocupante: su flujo natural está obstruido y requiere ser destapado con urgencia para evitar estancamientos y mayores afectaciones ambientales.
A esta suma de factores se añade un problema persistente y grave como el derramamiento constante de aguas residuales, que continúa contaminando la zona y generando olores, acumulación de desechos y deterioro del entorno natural y urbano.
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Este panorama evidencia la necesidad urgente de una acción integral que enfrente de manera estructural tanto el componente ambiental como la crisis social que se manifiesta a diario en este sector, sin que hasta ahora se observen soluciones concretas.