Santa Marta está próxima a cumplir cinco siglos desde su fundación. Una ciudad con una riqueza natural exuberante, privilegiada por su mar, su sierra y su biodiversidad, pero empobrecida por décadas de imperfectos gobiernos, falta de planeación y visiones reducidas que han desviado su rumbo.
Este aniversario, que debería ser motivo de orgullo colectivo, se ha convertido más bien en un escenario de culpas y señalamientos, de liderazgos que aparentan realidades que nunca concluyeron, con un espejo incómodo que refleja una ciudad desordenada y con profundas carencias en lo esencial: sin agua potable en muchas zonas, sin alcantarillado digno, con una cultura ciudadana fracturada, niveles preocupantes de inseguridad, calles desaseadas, sin oportunidades reales de empleo y emprendimiento, y una educación que aún no logra ser la puerta de entrada al futuro para miles de jóvenes.
A lo largo de estas semanas, hasta el 29 de julio, quiero invitar a los ciudadanos a reflexionar juntos. Publicaré una serie de artículos de opinión que llamaré “500+1: el comienzo hacia una nueva ciudad”, en los que haré propuestas partiendo de una radiografía crítica sobre los grandes retos que enfrentamos, con ideas orientadas a transformar nuestra realidad e iniciar, de una vez por todas, la construcción de la ciudad que muchos soñamos.
Porque no se trata solo de señalar errores, sino de abrir caminos hacia escenarios diversos, construidos desde nuestra identidad, con base en las fortalezas del territorio y con la convicción de que debemos crear espacios de diálogo franco e incluyente. No podemos hacerlo solos. Solo así podremos empezar a cerrar las profundas brechas sociales que alimentan la desigualdad y la violencia.
Cada entrega será una mirada a un problema estructural de Santa Marta: el agua, la seguridad, la educación, el empleo, la cultura ciudadana… Y también, propuestas concretas para abordarlos con decisión, no desde ideas sacadas del sombrero del sabio de turno, sino la proposición de rutas planificadas, razonables y posibles.
La ciudad no puede esperar otros 500 años. El reto no es celebrar lo que no se hizo, sino empezar a construir lo que sí se puede —y se debe— hacer desde ya.
Este 500+1 no es una fecha más. Es una invitación a que, desde el 30 de julio, comencemos a pensar en la ciudad que realmente queremos. No para unos pocos, sino para todos. Es un llamado a despertar tu conciencia, a reflexionar sobre lo que puedes ofrecerle a Santa Marta, desde donde estés y con lo que tengas, no se necesita mucho, sólo tu voluntad y tus ganas de entender, actuar y transformar. Este puede ser el primer paso hacia una ciudad con visión, con futuro, con dignidad. Pero para lograrlo, debemos mirar de frente, sin maquillajes, sin falsas apariencias ni discursos vacíos, y atrevernos a construirla juntos.
No será fácil. Habrá oposición, especialmente de quienes han condenado a Santa Marta a su suerte. Muchos de los problemas seguirán. Pero con unidad, fuerza, acción y valentía, será posible impulsar este empeño desde el día 500+1, para que no sigamos esperando… ni tengamos que celebrar más aniversarios de frustración.
Te invito a que empieces con tu parte. En los próximos días, agradeceré que te sumes: opinando, preguntando, haciendo, construyendo. Que avancemos hacia un camino lleno de esperanza y con fe, con la convicción de que la ciudad merece más de nosotros.
*Abogado