Comunidad está decidida a recuperar el Cerro del Cundí
El propósito es convertirlo en destino turístico y de peregrinación
La comunidad del barrio Cundí, junto a líderes sociales y miembros de la peregrinación Juan XXIII, han iniciado una campaña para rescatar y dignificar el Cerro del Cundí, un lugar emblemático donde se encuentra la imagen de la Virgen de la Medalla de la Milagrosa, que por más de 60 años ha sido símbolo de fe para los samarios.
Este espacio, considerado por muchos como lugar para rendir homenaje a la Virgen, ha sido visitado tradicionalmente el primer sábado de cada mes por feligreses que peregrinan desde la iglesia del Seminario San José. No obstante, su gran potencial turístico y espiritual continúa desaprovechado.
“En muchas ciudades del mundo, estos lugares son referentes turísticos y religiosos. Aquí, lo tenemos a medias: se sube una vez al mes y el resto del tiempo está abandonado, sucio y expuesto al consumo de drogas”, señaló Raúl Vives, promotor de la iniciativa, quien junto al padre del Seminario San José ha comenzado jornadas de limpieza en el cerro.
JORNADA DE LIMPIEZA
Con el respaldo de un grupo de voluntarios, ya se han dado los primeros pasos para recuperar este espacio como sitio de devoción, encuentro espiritual y contemplación natural. Una de las propuestas centrales es la instalación de las 14 estaciones del viacrucis a lo largo del sendero, inspiradas en referentes como Monserrate en Bogotá y otros santuarios religiosos de Europa
“El Cerrito no necesita cemento ni construcciones artificiales, sino presencia constante, sentido de pertenencia y respeto por la naturaleza. La seguridad la da la gente. Si subimos todos los días, los delincuentes se van”, enfatizó Vives.
Aunque aún no se ha formalizado una propuesta ante la administración distrital, los líderes del sector confían en que este esfuerzo ciudadano motive tanto a las instituciones públicas como al sector privado a sumarse a la recuperación de este espacio, con un enfoque turístico, religioso y ambiental.
“Santa Marta necesita más espacios para el encuentro espiritual, el turismo consciente y la participación comunitaria. No podemos seguir esperando que otros lo hagan; tenemos que empezar por nosotros mismos”, concluyó Vives.