Una mirada rápida a la presencia internacional, muestra que los presidentes o primeros ministros tienen una función global que no pueden despreciar, y que para ello requieren de cancillerías muy efectivas y profesionales.

Tomemos solamente un ejemplo. El de María Corina Machado. Pues no hay duda de qué ella produce un fenómeno de opinión global que ha afectado el gobierno de Maduro, en forma mucho más dura que el despliegue militar del presidente Trump en el Caribe y las correspondientes acciones ya realizadas.

Este fenómeno de opinión pública universal convocó a varios presidentes y primeros ministros en Oslo, todos pendientes, mucho más que expectantes, y a la comunidad internacional ansiosa que quería asegurarse de que si era cierto que María Corina Machado sería capaz de eludir los controles y restricciones del régimen bárbaro hoy impuesto en su país y de llegar, en algún momento, a la ceremonia de entrega de premios. Así fue y así ocurrió, y la voz de María Corina Machado, es hoy la voz de América Latina, la voz de la democracia y de los ciudadanos que sienten que les han arrebatado o les están arrebatando su libertad, y su derecho de escoger libremente a sus gobernantes y vivir tranquilamente en el país donde nacieron o escogieron.

Para el mundo, en general, no es cualquier cosa saber que un cuarto de la población de un país con cerca de 30 millones de habitantes, se ha ido en condiciones muy precarias con unas mínimas posesiones, millones de niños, miles abuelos, en busca de sociedades que les den abrigo y una protección que no han encontrado ahora en el país que tiene la mayor riqueza en América Latina. Qué paradoja, qué horror, ver esas imágenes de filas interminables de seres humanos de todas las condiciones, caminando, abandonando buena parte de sus familias y prácticamente todos sus bienes y logros, sin saber para comenzar de nuevo en otra parte. Terrible. Es una experiencia que hoy comparte la humanidad entera, con dolor y buscando alguna luz de esperanza para esos caminantes, y para los que vendrán y que encuentran en María Corina Machado, y por eso esperan durante horas en el ambiente fuertemente invernal de diciembre en los países nórdicos para esperar la figura sencilla, amable y heroica de María Corina Machado. Anhelan que se haga presente para tener la satisfacción de verla y hacerle sentir que no está sola, ni acompañada exclusivamente de gobernantes, sino de gente del común que admira y siente en el alma, lo que ha sido el significado de su lucha contra una tiranía.

Así pues, nuevo presidente de Colombia, mujer o hombre, tendrá que estar preparado para cumplir con esta nueva tarea que va mucho más allá de la diplomacia presidencial tradicional y que exige un enorme esfuerzo por parte de los gobernantes en nuestros días. Basta examinar la agenda del presidente Trump y uno se asombra de cómo puede esta persona con más de 70 años, desplazarse por todo el mundo, no para hacer turismo ni visitar restaurantes, sino para adelantar conversaciones de hondo significado como las que narró en su discurso de Navidad y Año Nuevo, el jueves pasado. Nos habló de su confianza ilimitada en el poder de los Estados Unidos, en las nuevas capacidades que ha logrado este país, en el papel que está jugando y que puede seguir desempeñando para resolver conflictos armados en países donde parece que estos tenían una existencia milenaria que no se podían superar.

Algo así de luchar por lo imposible parece estar rodeando las actividades de nuestros nuevos gobernantes. Colombia no será una excepción. Es una tarea durísima que requiere tiempo, consagración, mucha reflexión, y mucha capacidad de estar preparado para entender los mensajes de sus homólogos. Es una tarea que tradicionalmente no ha formado parte esencial de la vida de un presidente colombiano.

*Exministro de Estado