Martes 01 de Julio de 2025 – 11:42amTenía 25 años cuando toqué la puerta de Seguimiento.co, todavía joven, con el alma llena de ganas, el corazón ansioso y la maleta cargada de sueños. Era papá prematuro, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, y aunque ya había pasado por redacciones como las de El Informador, Kien y Ke y El Tiempo, todavía no había encontrado un lugar donde sembrar raíz, donde hacerle culto al oficio, donde sentirme periodista de verdad. Ese lugar fue Seguimiento.
Recuerdo que quien me puso en la pista fue María José Illidge, mi gran amiga. Me soltó al oído lo que parecía una revelación: «Polo anda buscando periodista». Y sin pensarlo dos veces le respondí: «Voy pa’ esa». Ya yo había dejado atrás cinco semestres de Derecho y seis de Investigación Criminal. La toga no era lo mío. Lo mío era contar, como lo hizo alguna vez Gabo, con tinta en la vena y los pies en el polvo de la calle.
Así fue como llegué al apartamento de Leopoldo ‘Polo’ Díaz Granados, ese día todavía medio extraño, medio incómodo, medio leyenda. Estaba engomado escribiendo una nota que luego sería un escándalo con impacto mundial: “El Community Manager más caro del mundo”. CNN replicó la historia. Ese era Polo: siempre al frente de una investigación, la controversia vive con él.
—»Pásame vainas que hayas escrito, pa’ ve qué es lo que es», me dijo, medio distraído, pero con ese olfato afilado de editor que sabe lo que busca. Me puso a escribir una nota que ni recuerdo. Lo cierto es que le gustó la vaina y me soltó una frase que todavía me resuena: “Vamos a camellar duro. Esto está empezando, pero vamos a hacerlo grande, viejo Willy”. Y así empezó todo.
Éramos solo él y yo en esa redacción pequeña, sin lujos, pero con hambre de a hacer las cosas bien. Al principio era Polo en su silla, yo en la mía, Ian Simmond como colaborador externo y una ciudad entera por contar. Allí, en ese rincón de Santa Marta, empezó mi historia de verdad con el periodismo.
Seguimiento fue la puerta de entrada a mi crecimiento profesional, el lugar donde eché raíz, donde muchos comenzaron a decirme ‘Willy, el de Seguimiento.co’. Y aún hoy, muchos poderosos —de esos que uno incomoda con la verdad— deben tenerme guardado en su celular así: Willy – Seguimiento.co.
Con el tiempo, la familia creció. Seguimiento.co ya no era leído solo por los ‘cuatro gatos de siempre’, sino por miles. Se convirtió en el medio digital más leído del Magdalena, y Polo, con ese gesto que combina visión y confianza, me entregó la coordinación y edición del medio. Me puso en las manos la responsabilidad de lo que se escribía, se publicaba, se pensaba.
Y yo, con el respeto que me enseñaron en casa, asumí el reto. Aprendimos a narrar con datos, con mapas, con herramientas digitales, con visualizaciones que hacían hablar a los números. Empezamos a investigar, a ir más allá del boletín oficial, a contar historias que ningún otro medio se atrevía. Fuimos los primeros en hacer control político desde una visión crítica, fuimos pioneros en ponerle lupa al Concejo de Santa Marta, en hablar donde otros callaban.
En Seguimiento aprendí una lección que me acompaña hasta hoy: “si publicas algo y nadie dice nada, quizás no valió la pena; pero si alguien se incomoda, se queja, te llama, te bloquea o hasta te insulta, es porque escribiste algo que tocó un poder, y eso significa que lo hiciste bien”, me dijo un día Polo cuando una de mis investigaciones eran la polémica de la semana en Santa Marta y el miedo me carcomía en medio de mis inicios.
Fue una escuela en todo el sentido de la palabra. Allí aprendí no solo el valor de una buena historia, sino también el peso de la responsabilidad. Allí crecí como persona y como profesional. Y lo hice de la mano de un equipo al que le guardo cariño eterno: Alberto Jiménez, Betín Betán, Hellen Lara, Ian Simmonds, Óscar El Gato, y otros más…
Éramos una mezcla de juventud, terquedad y pasión. Discutíamos titulares, nos desvelábamos editando, nos poníamos intensos por encontrar el enfoque que “pegara duro”. Porque creíamos. Porque sentíamos. Porque el periodismo, cuando es vocación, se convierte en una forma de respirar.
Y en medio de todo ese torbellino, estuvo también Ana, la esposa de Polo, sosteniendo el andamiaje invisible que muchas veces hace posible que una idea no se caiga. Su apoyo silencioso fue, y sigue siendo, fundamental en esa historia de resistencia y construcción de Seguimiento.co.
Hoy, diez años después, solo puedo mirar atrás con gratitud. Seguimiento no fue solo una redacción. Fue mi casa, mi escuela, mi bautizo en el periodismo de datos e investigación. Fue donde me aprendí el alma del oficio.
Porque el periodismo —el de verdad— no es un oficio para agradar. Es para molestar cuando es necesario. Es para incomodar al poderoso, para darle voz al que no tiene, para hacer que la verdad se sepa, aunque duela.
Y por eso, hoy que celebramos una década de existencia de ese medio hecho a pulso, quiero decirle gracias a Polo, gracias a Ana, y gracias a cada persona que ha pasado por esas páginas digitales que han sabido contar, denunciar, emocionar y resistir.
Porque Seguimiento.co fue y será siempre mi escuela, mi casa y el lugar donde aprendí a ser periodista.
Seguimiento.co 10 añosAniversario Seguimiento.coWilliam Agudelola samariaAsí fue como llegué al apartamento de Leopoldo 'Polo' Díaz Granados, ese día todavía medio extraño, medio incómodo, medio leyenda. Estaba engomado escribiendo una nota que luego sería un escándalo con impacto mundial. Visible: SíLeodiazgranados
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Fecha de Publicación: lunes, 30 de junio del 2025