Un equipo de EL INFORMADOR se puso el uniforme, cargó la manguera y enfrentó el calor de un incendio real para conocer, desde adentro, la labor silenciosa y heroica de los Bomberos Voluntarios de Santa Marta.
La jornada inició puntual a las 8:00 de la mañana en la Estación Central de Bomberos de Santa Marta. Al llegar, el capitán Ricardo Chaín nos recibió con una charla introductoria sobre lo que significa ejercer esta labor. Fue directo: ser bombero implica riesgos constantes y nunca hay certeza de cómo terminará un servicio.
Después vino una explicación sobre salud ocupacional, donde detallaron los peligros más comunes: quemaduras, inhalación de humo, caídas o explosiones. También recibimos una capacitación técnica sobre cómo se forma una llama, cómo se propaga y qué métodos se utilizan para combatir los distintos tipos de incendios.
El recorrido por la estación permitió conocer cada espacio: el centro de monitoreo de emergencias, los dormitorios, la cocina, las zonas de descanso y las oficinas administrativas. Allí entendimos que la rutina cambia según el número de llamados diarios.
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La prueba siguiente fue vestirnos con el uniforme completo. Para los bomberos, este proceso toma menos de un minuto; para nosotros, varios. El calor del equipo, el peso de las botas y la rigidez de las prendas dejaron claro que la comodidad no existe en esta profesión. La rapidez, en cambio, es fundamental: un bombero debe estar listo para salir a una emergencia en máximo tres minutos.
Ya uniformados, subimos al camión para atender la práctica de campo. Durante el desplazamiento, quedó en evidencia la falta de cultura ciudadana en Santa Marta: varios vehículos no cedieron el paso pese a la sirena y las luces encendidas.
En la Escuela de Bomberos nos esperaba un incendio real en un vehículo. Debíamos abrir la manguera, controlar la presión y apagar las llamas. La cercanía del fuego, el calor en el rostro y el humo que se elevaba hicieron del ejercicio una experiencia intensa y exigente.
Superada esta fase, llegó la pista de obstáculos. Antes de entrar, nos explicaron que en los incendios los bomberos suelen trabajar con visibilidad mínima debido al humo. Por eso debíamos hacer el recorrido con los ojos vendados y el uniforme completo. Avanzar a ciegas, arrastrarnos, subir y bajar estructuras, y mantener el equilibrio fueron tareas que demandaron esfuerzo físico y concentración.
Al finalizar, compartimos un almuerzo con el equipo de bomberos, quienes conversaron sobre sus experiencias y la variedad de situaciones que atienden a diario: incendios, accidentes, rescates y emergencias en diferentes puntos de la ciudad.